viernes, 8 de abril de 2016

"Tu también eres imperfecto"

"He esperado, pero nadie ha tenido la valentía  que ansiaba"



Lo que más amamos o lo que más tememos,  tienden a ocupar nuestra mente con esos pensamientos la mayor parte del tiempo, consiguiendo que precisamente aquellos sean atraídos por nosotros mismos. 

Seguro que alguna vez, cuando estrenas alguna ropa que te hace mucha ilusión ponerte y lucirla así de radiante, atrae sin darte tiempo a evitarlo, alguna "de esas manchas" que marcarán visiblemente tus ilusiones. 

Otras veces, llevas años con un coche, que aún no siendo de primera mano, está prácticamente inmaculado, pero basta que te compres un coche nuevo, esos "de paquete" que te ha llevado un enorme esfuerzo llegar a conseguir la totalidad de su cuantía y a los pocos días de su uso, "uno" que va a aparcarse a tu lado, va y te roza el coche. Ese coche en el que te lucías, el que tanto te había costado conseguir, ese en que te mirabas orgulloso de poseer, aunque no fuera nada más que un coche, aunque existen muchos así, de ese tipo, pero que ése, precisamente ése es el tuyo, el que han rayado, haciendo que tus ilusiones se vengan abajo y la rabia es tan extremadamente grande por la impotencia que te causa el que no has sido tu, sino otra persona que no valora ni le importa como a ti te importa tu coche, te lo violenta, quebranta tus alegrías y te encamina a una actitud mancillada violentamente, sin perdón. 

Con el tiempo, olvidas todo lo sucedido. Tu coche carece de arañazos, pero ahora presenta otras singularidades provocadas por ti mismo: esa pequeña abolladura que le hiciste y que ni siquiera sabes dónde ni cuándo, esas ruedas sucias que hasta hace muy poquito tiempo relucían como si sus tapa-cubos fuesen hechas de algún material exquisito de lo reluciente que lo tuviste durante semanas, hasta meses, ... y que ahora, no te gustan, te duele verlo así, pero prefieres ocupar ese tiempo que pasabas con tu coche nuevo, con tus amigos, con tu serie de televisión favorita, con tu cónyugue o simplemente contigo mismo y además, sigues queriendo a tu coche.

Cuando esperas algo que sabes que te va a pasar en la vida, sea más o menos agradable o desagradable, pero que es inevitable que suceda, únicamente te queda dejar que pase y pensar que "esto también pasará y lo recordaré con tranquilidad y con total alivio y sosiego".

Pero, otras veces, esos "monstruos que nos acechan" y que aparecen, se van y vuelven a aparecer. Se convierte como una pesadilla horrible, angustiante, claustofóbica, con estados de ansiedad que llegan a ser tan fuertes que crees que de "esta no sales", pero "sales", hasta la próxima vez que volverá a suceder lo mismo, casi idéntico, al menos en la sensación que se te va la vida en todo ello.  Luego resulta que te reinventas, te colocas la sonrisa que se escondió por temor y vuelves a pensar que aún te queda mucho, pero que mucho por aprender, por saber, por comprender, por vivir, ...

La única opción que te permite pasar y salir de esta situación es creer en ti mismo, olvidar todo lo negativo que te has dicho y que has sentido, y simplemente,  quedarte en este instante, en el presente, en cada minuto que vas superando y al que le siguen más y más, ... hasta llegar a volver a quererte como a esa camisa recién estrenada y sucia o como a ese coche que ese golpe te lo ha transformado y aún con dolor y pena, no tiene la intensidad del momento y entonces surge "¡¡quiero salir de esto!!" y te agarras a lo que sea: al calor de tu mascota, a acariciarte tu mismo y decirte ¡cuánto te quiero, lo conseguiste una vez más! Y lloras, lloras mucho porque tiene que arrastrar todo esta suciedad, esta porquería que te pringa tu corazón y tu mente, para dejarla nuevamente reluciente y un poquitito más sabio. 

Te sigo queriendo Vesta, te sigo queriendo aunque te manches, aunque abolles tu armadura, aunque no veas como salir y por ver cómo sabes salir. Te quiero porque eres auténtica, eres verdadera, eres fuerte y valiente, y porque también eres extremadamente sensible, tierna y muy emotiva. porque eres humana (sólo eres eso), porque eres tú y porque soy yo. 

Pensaba en pediros disculpas por expresar mis sentimientos y por poder haber hecho algún daño a alguien, pero no tengo porque hacerlo. Simplemente porque si alguien se sintió mal es porque sabe suficientemente por lo que paso y el perdón debería pedírselo a sí mismo. No somos "transformers", sólo somos humanos y por tanto, imperfectos. Y en amar la imperfección, está nuestra propia sabiduría y nuestro amor verdadero por nosotros y por los demás. 


¡Hasta pronto, cómplice!



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