miércoles, 15 de agosto de 2018

"Mantén la Ilusión por tu Vida"

"Mantén la Ilusión por tu Vida"


Hace un tiempo que mi vida parece estar pasando por una verdadera e interminable pesadilla de horror, de dolor, enfermedades repentinas, cambios esperados e inesperados y otros problemas domésticos y de otra índole, con una mayor o menor gravedad, que son producto de causalidad, del destino o de personas que centran su vida en hacer daño, en engañar, en mentir, en estafar,...a otros seres humanos simplemente, por el hecho de sentirse "alguien" en este mundo, y en los que muy poco o nada puedo hacer, salvo poner la mejor de mis sonrisas y vestirme con la mejor de mis actitudes positivas y alentadoras. Pero sin duda, te aseguro mi estimado cómplice, que como habrás supuesto, esto no resulta nada sencillo; pero si hay algo que me levanta el ánimo y me "recarga las pilas", es la propia gente, su valor, sus historias, sus muestras de valor y coraje por vivir y por la vida, sus ilusiones, sus sueños, sus méritos, su entereza, su arrojo en su proceder ante situaciones para muchos de ellos, límites, que conllevan la terminación de su vida tal como la han conocido hasta el momento para pasar a otra anónimas e irreconocibles por la mayoría de nosotros. 

Por ejemplo hoy, he pasado más de siete horas en urgencias del hospital donde me realizaron una variada muestra de pruebas para intentar dar un diagnóstico certero al padecimiento que sufría y que llevo padeciendo en estas dos últimas semanas, pero esta mañana con una mayor importancia en la variedad de uno de sus síntomas.

En todo este tiempo, pude comprobar el sufrimiento de una gran variedad de personas, el dolor de todos, la desorientación y/o el nerviosismo que padecen muchos de sus parientes o acompañantes, el total aturdimiento o el quejumbroso guineo de algunos enfermos mayormente ausentes, en sus mundos incomprensibles para los demás y también, lo más escalofriante, el silencio. El silencio que precede a algo "delicado", con el significado de una carga que precede a una carga dramática, es decir, la ausencia de sonido sin otra connotación, o bien, la pausa reflexiva o llevada a cabo para acentuar lo dicho anterior o posteriormente después de la llegada de los señores doctores y sus indicaciones. Sin duda, la aparición de ellos, nos provoca a todos un mutismo y una curiosidad empática por los pacientes a los que después de tantas horas, los sentimos como cómplices.

Hoy, he sentido el impulso incontrolable de levantarme, dejar a un lado mi oxígeno e ir al lado de aquel hombre anciano que se había pasado más de tres horas vociferando, balbuceando como un niño sin ningún tipo de sentido ni significado, intentando tirarse de la camilla, quitándose la ropa,.. y en el que en un acto de intentar atajar su furia, le grité llamándole la atención por su comportamiento y por la mortificación que nos estaba procurando a los demás pacientes. Él paró por un rato, me miró a los ojos, intentando comprender mi disgusto y al rato continuó con su retahíla, como si todo aquello que le había dicho se hubiera escabullido o nunca hubiera pasado. Cuando me acerqué a él, le hablé con dulzura, le acaricié su pelo y mientras él intentaba hablar conmigo con la misma dulzura que yo lo hacía, su lenguaje era inteligible, pero yo seguía hablándole que "todo saldría bien", que "precisaba descansar para que su cuerpo se sintiera mejor", que "dejara de castigarse", que pensara en "lo fuerte que siempre había sido y en todo lo que había superado", que "su esposa estaba en casa recuperándose para poder venir a visitarlo y estar junto a él",... y así, estuve más de quince minutos o tal vez, veinte. El abuelo iba poco a poco relajándose, cada vez intentaba hablar menos y veía como sus ojos conseguían cerrarse y su ritmo respiratorio comenzaba a ser acompasado, rítmico y sereno, mientras que el mío precisaba cada vez más de la máscara de oxígeno, pero no lo noté hasta que llegué a mi asiento y me senté y lo vi tranquilo adormilado y relajado. Ahora, que escribo este suceso puedo dejar que mis ojos se llenen de lágrimas por haber podido ayudar a ese sufrido caballero a conseguir algo de paz en su alma. Tenia tanto miedo al sufrimiento y a la muerte, que no hacía otra cosa que rebelarse como podía. 

Todo esto hizo que el anciano de enfrente, que estaba solito, agudizara sus quejas y que la familiar del que por fin había conseguido quedarse dormido, le preguntara por su situación. Estaba solo, su mujer y sus hijos habían muerto y no tenía más familia o al menos, eso nos comentó aflijido. Sólo pretendía que los médicos lo mandaran a una buena Residencia de Ancianos donde terminar sus días porque, a pesar de tener casa propia, el estar solo era insoportable para él estando delicado de salud. Hablamos mucho con él y cuando me dio mi médico el diagnóstico y me dio el alta, no pude evitar la tentación de acercarme a él, dárle un beso en cada mejilla y decirle que luchara por su vida y que estaba segura que encontraría compañeros y compañeras buenas con las que vivir todo lo que le quedaba de vida. Sus ojos se llenaron de lágrimas y me dio las gracias. 

Realmente siento que la agradecida hoy soy yo. Y que si tuve que ir a urgencias al Hospital fue a conocer a esas dos personas que sólo necesitaban una caricia en sus almas.  

La música, siempre presente en mi vida, a todas horas, para todas las ocasiones y marcando cualquier momento de mi vida con una u otra melodía que me ayuda siempre a salir adelante... "I did it my way" ("A mi manera"). Aún habiendo canciones melancólicas que nos evocan momentos de dolor o de sufrimiento, pero que hoy me niego a recordarlas por el simple hecho que he determinado que tanto tú como yo precisamos de todo aquello que nos influya en nuestro ánimo de forma positiva y confortador, ¿no te parece, mi estimado cómplice?, también existen algunas de las más bellas melodías que me inspiran y que son capaces de levantar el ánimo al más triste y al momento más triste de cualquier mortal.

Pues bien, ¡vamos allá! ¿Qué tal si empezamos por la mencionada anteriormente "I did it my way" o "A mi manera" del grande, del genuino Frank Sinatra.  


Al fin y al cabo, así es la Vida. 



Para aquellas personas que dudan del destino o tienen miedo de la propia Vida, aquellas personas que están inseguras de sus propias fuerzas, que temen que no van a poder a volver a comenzar una vez más. Os dejo con una de mis grandes heroínas Luz Casal, con su canción "Volver a comenzar":




Y para terminar, quiero dejarte con una canción de Pablo López, titulada "El patio" donde yo la uso para expresar todos mis miedos, mis dolores, mis frustraciones, mis impotencias,... y mandarlos ¡¡fuera, a la calle, fuera de mi casa, de mi cuerpo, de mi mente, de mi vida!!. Lo uso a modo de terapia para expulsar todo aquello que me hace daño y exteriorizarlo mediante una canción, con los gestos que pueden acompañarla y con la actitud desafiante, valiente,...fuerte. Me ayuda a sentirme mucho mejor, ¿por qué no a ti? Prueba y a ver qué tal te va, aunque supongo que cada uno de nosotros tenemos nuestra "canción revancha". Ojalá te pueda servir a ti, mi querido cómplice. 




Bueno, esto es todo por hoy. Espero que mis experiencias puedan haberte servido de cualquier tipo de ayuda para el bienestar de tu vida. Recuerda: ¡sé feliz!

¡Hasta pronto, cómplice!



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