miércoles, 22 de abril de 2015

La última libertad humana

"No eres tú, soy yo"



Viktor Frankl

Antes de dar paso a este interesante ensayo del doctor Viktor Frankl, quiero ponerte en antecedentes (por si lo desconoces) de quién fue este neurólogo y psiquiatra vienés que nació en el 26 de marzo de 1905 y murió a los 92 años, también en su ciudad natal. 

Viktor Frankl nació en Viena, Austria de una familia de origen judía. Su padre realizó varios trabajos: entre ellos desde un estenógrafo hasta llegar a ser Ministro de Asuntos Sociales. 

Desde joven Viktor, simpatizó con las ideas socialistas y con la psicología. Estudió medicina en la Universidad de Viena y se especializó en Neurología y Psiquiatría. Trabajó en el Hospital General de Viena ya comenzada la II Guerra Mundial, también mantuvo una consulta de forma privada y en el Hospital Rothschild, el único centro médico donde admitían a los judíos durante esa época. 

Un año después de contraer matrimonio, en 1942, en otoño fue llevado junto con sus padres y su esposa al campo de concentración de TheresienstadtEn 1944, fue trasladado a Auschwitz, donde ayudó a los prisioneros, reconfortándolos para evitar los suicidios y a otros prisioneros de otros campos que procedían de Dachau. 

Campo de concentración de Auschwitz

El 27 de abril de 1945 fue liberado por el ejército norteamericano, pero Viktor, había perdido en los campos de concentración a sus padres y a su esposa. 

Se convirtió en un superviviente del holocausto judío. Regresa a Viena y escribe "El hombre en busca de sentido", donde describe su vida dentro del campo de concentración, pero bajo la perspectiva de un psiquiatra. Con esta obra termina de afianciar su teoría llamada Logoterapia, en la que defiende que el hombre incluso en las condiciones más extremas de deshumanización y sufrimiento, puede encontrar razón para vivir, gracias a su dimensión espiritual.


Siguió trabajando en varias universidades: en la de Viena, luego marchó a Estados Unidos trabajando en varias universidades a la vez hasta los 85 años que compaginaba con su gusto por la escalada y por pilotar aviones. 

Publicó más de 30 libros, impartió cursos y conferencias por todo el mundo, obtuvo 29 doctorados Honoris Causa por distintas universidades. Falleció el 2 de septiembre de 1992, en Viena. 

Ahora que ya sabes de la gran dimensión de ser humano y de ser intelectual del que vas a leer uno de sus ensayos, te ayudará a entender mejor sus argumentos y la trascendencia de los mismos.







¿Quién te hace sufrir? ¿Quién te rompe el corazón? ¿Quién te lastima? ¿Quién te roba la felicidad o te quita la tranquilidad? ¿Quién controla tu vida?... 

¿Tus padres? ¿Tu pareja? ¿Un antiguo amor? ¿Tu suegra? ¿Tu jefe?...

Podrías armar toda una lista de sospechosos o culpables.

Probablemente sea lo más fácil. De hecho sólo es cuestión de pensar un poco e ir nombrando a todas aquellas personas que no te han dado lo que te mereces, te han tratado mal o simplemente se han ido de tu vida, dejándote un profundo dolor que hasta el día de hoy no entiendes.

Pero ¿sabes? No necesitas buscar nombres. La respuesta es más sencilla de lo que parece, y es que nadie te hace sufrir, te rompe el corazón, te daña o te quita la paz. Nadie tiene la capacidad al menos que tú le permitas, le abras la puerta y le entregues el control de tu vida.

Llegar a pensar con ese nivel de conciencia puede ser un gran reto, pero no es tan complicado como parece. Se vuelve mucho más sencillo cuando comprendemos que lo que está en juego es nuestra propia felicidad. Y definitivamente el peor lugar para colocarla es en la mente del otro, en sus pensamientos, comentarios o decisiones.

Cada día estoy más convencido de que el hombre sufre no por lo que le pasa, sino por lo que interpreta. Muchas veces sufrimos por tratar de darle respuesta a preguntas que taladran nuestra mente como: ¿Por qué no me llamó? ¿No piensa buscarme? ¿Por qué no me dijo lo que yo quería escuchar? ¿Por qué hizo lo que más me molesta? ¿Por qué se me quedó viendo feo? y muchas otras que por razones de espacio voy a omitir.

No se sufre por la acción de la otra persona, sino por lo que sentimos, pensamos e interpretamos de lo que hizo, por consecuencia directa de haberle dado el control a alguien ajeno a nosotros.

Si lo quisieras ver de forma más gráfica, es como si nos estuviéramos haciendo vudú voluntariamente, clavándonos las agujas cada vez que un tercero hace o deja de hacer algo que nos incomoda. Lo más curioso e injusto del asunto es que la gran mayoría de las personas que nos "lastimaron", siguen sus vidas como si nada hubiera pasado; algunas inclusive ni se llegan a enterar de todo el teatro que estás viviendo en tu mente.

Un claro ejemplo de la enorme dependencia que podemos llegar a tener con otra persona es cuando hace algunos años alguien me dijo: "Necesito que Pedro me diga que me quiere aunque yo sepa que es mentira. Sólo quiero escucharlo de su boca y que me visite de vez en cuando aunque yo sé que tiene otra familia; te lo prometo que ya con eso puedo ser feliz y me conformo, pero si no lo hace... siento que me muero".

¡Wow! Yo me quedé de a cuatro ¿Realmente esa será la auténtica felicidad? ¿No será un martirio constante que alguien se la pase decidiendo nuestro estado de ánimo y bienestar? Querer obligar a otra persona a sentir lo que no siente... ¿no será un calvario voluntario para nosotros?

No podemos pasarnos la vida cediendo el poder a alguien más, porque terminamos dependiendo de elecciones de otros, convertidos en marionetas de sus pensamientos y acciones.

Las frases que normalmente se dicen los enamorados como: "Mi amor, me haces tan feliz", "Sin ti me muero", "No puedo pasar la vida sin ti", son completamente irreales y falsas. No porque esté en contra del amor, al contrario, me considero una persona bastante apasionada y romántica, sino porque realmente ninguna otra persona (hasta donde yo tengo entendido) tiene la capacidad de entrar en tu mente, modificar tus procesos bioquímicos y hacerte feliz o hacer que tu corazón deje de latir.

Definitivamente nadie puede decidir por nosotros. Nadie puede obligarnos a sentir o a hacer algo que no queremos, tenemos que vivir en libertad. No podemos estar donde no nos necesiten ni donde no quieran nuestra compañía. No podemos entregar el control de nuestra existencia, para que otros escriban nuestra historia. Tal vez tampoco podamos controlar lo que pasa, pero sí decidir cómo reaccionar e interpretar aquello que nos sucede.

La siguiente vez que pienses que alguien te lastima, te hace sufrir o controla tu vida, recuerda: No es él, no es ella...

ERES TÚ quien lo permite y está en tus manos volver a recuperar el control.

"Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa:


La última de las libertades humanas, es la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino, para decidir su propio camino".



¡Hasta pronto, cómplice!





6 comentarios:

laeulalia dijo...

Hola preciosa:
Si no quieres no lo publiques, solo te lo escribo para probar si te llega. Y aprovecho para decirte que este fondo es muy lindo pero hace difícil la lectura. Cuando las letras coinciden con algunos de los dibujos se puede mover la página para que queden en una zona blanca, pero es bastante incómodo tener que ir moviéndola de esta forma. Aparte de que si el dibujo es grande, cuesta mucho.
Un beso!

Anónimo dijo...

¡Magnífico y extraordinario! Todo un lujo.
Muchas gracias Vesta por mostrarnos a Viktor Frankl y sus enseñanzas.
Un abrazo, Ire.

Anónimo dijo...

Hermoso todo lo q he leído querida Vesta..gracias. Gaby Treviño.

Marta Nieves Montero González dijo...

Mi querida Eulalia, comparto contigo lo del fondo y como puedes comprobar ya lo he corregido. Era algo que dudaba con frecuencia, pero se quedaba en eso, en una duda y no me decidía. Gracias a ti, lo he hecho y además me has dado los argumentos que me faltaban para convencerme. Me enorgullece tenerte por aquí. Muchos besos para ti y nuevamente, gracias por todo.

¡Sé feliz!

Marta Nieves Montero González dijo...

Mi querida Ire sólo hago corresponderte con todo lo que tu me has enseñado a mi. Gracias por tus palabras y tu visita. Un beso.

¡Sé feliz!

Marta Nieves Montero González dijo...

¡Hola Gaby!

¡Qué felicidad tenerte por aquí! Hoy mi corazón rebosa alegría por tener tantos comentarios y tan valiosos para mi y sobre todo, que para ti lo sea, esto hace que me sea mucho más gratificante. Un beso mi niña.

¡Sé feliz!

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