"Quererse a un@ mism@"
Cuántas veces nos hemos oído decir a nosotr@s mism@s:
- "¡No valgo para nada!"
- "¡Soy un/una inútil!"
- "¡Todo me sale mal!"
- "¡Nunca lo conseguiré!" ...
Frases en las que se demuestra que nuestra autoestima se encuentra por los suelos, que no está todo lo "sana" que nos gustaría que estuviera. Pero, ¿qué podemos hacer nosotros para sanear nuestra autoestima y recobrar su menoscabada salud?
Hay varias cosas por las que podíamos pasar inicialmente para ir poco a poco recuperándola, hasta que llegase a afianzarse del todo en nuestro ser y que comienzan con algo tan simple, y a la vez tan difícil de integrar y de conseguir, como quererse a uno mismo.
Desgraciadamente ésto no es nada sencillo puesto que, depende del grado de valoración que podamos hacernos a nosotr@s mism@s y éste, siempre va a resultar determinante para conseguir los propósitos que nos hayamos establecidos. Por tanto, desde un principio, comenzamos una tarea para la que no nos vemos capacitad@s y para la que tendremos que luchar contracorriente.
Todo un handicap para empezar nuestra andadura.
Confluyen numerosos elementos que nos hacen pensar y llegar a sentir de esta forma: la educación que hemos recibido, tanto de nuestros padres como la de la escuela o la de otros adultos; las interrelaciones que hemos mantenido con nuestros iguales y el ambiente socio-cultural en el que nos hemos desarrollado, entre otros aspectos.
El sentirnos queridos o no queridos por nuestros padres, el sentirnos valorados por ellos o el haber sido respetados por ambos, es determinante a la hora de percibir estados de autoestimas óptimos o inadecuados en nosotr@s mism@s desde que éramos niñ@s. Del mismo modo pueden influir, otros adultos u otros iguales.
Sentirnos queridos, eleva nuestros niveles de autoestima, de nuestra propia valoración personal; y por el contrario, no sentirse querido, puede generar en estados de frustración y, en el peor de los casos, de menosprecio personal o de un bajo autoconcepto personal.
Ha de salir de nosotros mismos, los mecanismos de superación de nuestra propia autoestima, valorando las cosas que hacemos bien, por muy insignificantes que nos parezcan, sintiéndonos orgullos@s de ello, contribuyendo a lanzarnos a realizar otras cosas, que aún siendo capaces, no teníamos valor para hacerlo por temor al ridículo o al fracaso. Además, debemos aprender de nuestros pequeños o grandes errores, analizar nuestras capacidades, los elementos con los que contábamos, etc. y luego y en consecuencia, hacer una valoración objetiva.
Hagamos una lista con todo lo que hagamos bien y reforcemos esas acciones siempre, premiándonos con un piropo, por ejemplo. Mirémonos en el espejo y digamos cosas positivas tales como, por ejemplo:
- "Me merezco todo lo bueno que hay en esta vida".
Recuerda, la base de toda autoestima es "quererse tal cual uno es". Eso incluye las cosas que más nos gustan de nosotros y las cosas que menos nos gustan de nosotros porque, al fin y al cabo, así somos y así hemos de querernos y aceptarnos, será nuestro mayor reto y nuestro mayor logro para ser feliz.
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