"Ya es la hora de amarse a uno mismo"
Creo que ya ha llegado la hora de mirarme al espejo, de ver todas las señales que la vida me ha ido tatuando en mi exterior que van horadando mi interior, dejando huellas que el tiempo no puede borrar, que la edad va acentuando aún más, que cada período de mi existencia va realzando con mayor énfasis e intensidad y exponerlas boca arriba, como las cartas de una baraja, observarlas con detenimiento, analizar todo lo que han supuesto y constituyen, hoy en día y todos estos largos años, y finalmente, dar un paso más que la aceptación: amarme a mí misma tal como soy emocional y en especial, físicamente.
Hace unos minutos he vuelto a ver este cortometraje que me ha hecho volver a evaluar el amor que en realidad, poseo sobre mi ser, en la actualidad.
El pequeño y su cachorro, me han enseñado nuevamente, que quererse a uno mismo es cuestión de aceptarse tal cual uno es y además, hay algo más, algo más significativo, más sustancial a uno mismo y a nuestras circunstancias, que consiste en el hecho de contentarse con lo que eres y disfrutar tal cual eres. Es entonces, cuando realmente has superado tu condición de invalidez física, de incapacitación para llevar a cabo muchas de las tareas que antes podías y de discapacidad para el resto de tu vida, pero jamás me impedirá ser la protagonista de mi propia existencia y de mi capacidad de ser y hacer feliz a los demás.
Lo sorprendente de todo lo expresado anteriormente, es que precisa de ser reiterado con una cierta frecuencia, y aunque esto resulte paradójico, es que los "milagros" los construímos las personas, como yo, con constancia, tesón, regularidad y con mucha, mucha serenidad, libertad, cariño y ternura por nosotros mismos.
¡Hasta pronto, cómplice!
Lo sorprendente de todo lo expresado anteriormente, es que precisa de ser reiterado con una cierta frecuencia, y aunque esto resulte paradójico, es que los "milagros" los construímos las personas, como yo, con constancia, tesón, regularidad y con mucha, mucha serenidad, libertad, cariño y ternura por nosotros mismos.
¡Hasta pronto, cómplice!
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