Mi estimado cómplice:
¿Qué más puedo desearte qué no haya hecho ya? Tú sabes que para mí, tú eres alguien especial, único e irrepetible y como tal, sólo puedo desearte todo lo mejor que la vida te pueda ofrecer: Muchísima Salud, mucho Amor y mucha Felicidad, y por supuesto, mucha Prosperidad en tu vida y en todos aquellos que amas.
Me gustaría que mantuvieras siempre encendida la Luz de la Esperanza, que jamás cayeras en ninguna aflicción y que en esta Navidad renovaras tus votos de Alegría, de Ilusión y de Felicidad por un mundo y una vida mucho mejor que la que posees;
Que el Amor inundara tu vida y rebosara de tal forma, que pudieras regalarlo durante todo el año a todas aquellas personas que tanto lo necesitan y que se verían recompensados por ti y que a la vez, tú te sentirías beneficiado con la acción de dar, en lugar de recibir;
Que tu Salud no te sorprendiera con males mayores, que te permita tomar tu vida con calma, serenidad y mucha paciencia, si estás enferm@ y si no lo estás, cuídala como si fuera lo más valioso que jamás hayas podido contemplar y tener en tus manos; porque en gran parte, depende de ti que la mantengas en buen estado.
Y ¿sabes? mi deseo es que siempre tengas una Sonrisa para regalar, una Sonrisa para llevarla puesta y una Sonrisa para regalarte como medida de ilusión por vivir, a pesar de las adversidades.
Por todo esto y por mucho más, te deseo con todo mi corazón y con todas mis ganas;
¡Feliz Navidad!
¡Hasta pronto, cómplice!
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