"Mis estimados SSMM Los Reyes Magos":
Como todos los años me dirijo a vosotros con el deseo que sus majestades se encuentren bien de salud, que ya se sabe que "los años no perdonan a nadie" y vosotros tenéis un buen montón de ellos; así que espero que tanto, su majestad el rey Melchor, como su majestad el rey Gaspar y su majestad el rey Baltasar se sientan hoy, completamente fuertes y vigorosos para la noche más larga y agotadora que os espera a los tres.
Me he atrevido a escribirles, con la intención de recordarles lo que en otros años os he tenido a bien rogarles me fuera concedido, y que como sé que la tarea es muy ardua y que además, depende tanto de la buena voluntad de las personas, es decir, que existen demasiados factores que se os escapan a vuestra voluntad, me vuelvo a reiterar en mi solicitud porque está visto que el ser humano, precisa de insistentes muestras positivas de esas súplicas para que se afiancen cada vez más en ellos. Así pues, os recuerdo mis encargos pasados:
- El BIEN empiece a ocupar un mayor espacio sobre el MAL en el corazón de los hombres y mujeres que convivimos en este mundo; en donde la raza, el color de la piel, la religión que profesan, el sexo que tengan o la elección sexual que posean, su nacionalidad, su condición social, ni cualquier otra enteramente libre elección de existencia de vida, de relación, de creencia o de cualquier otra índole, sea objeto de DESCONSIDERACIÓN e INTOLERANCIA por parte de unos contra otros.
- El PERDÓN impere en los corazones de todas aquellas personas que lo desean, para que puedan dejarlas libres de cualquier resquicio de odio o rencor que les pudiera quedar del pasado, que tanto daño les provoca y que les impide llegar a ser felices.
- Los que han confundido en sus vidas la AVARICIA por la AMBICIÓN; sin percatarse que ésta última es la que nos hace avanzar y seguir con ilusión y constancia en nuestra vida laboral y social, mientras que la primera, nos inunda de seres miserables, ruines, envidiosos, egoístas y mezquinos, incapaces del altruismo y de la magnificencia que todo ser humano posee en su Yo Interior por hacer el bien a su semejante, por empatizar con él.
- Inoculad ESPERANZA en los corazones rotos y malheridos que carecen de ilusiones y que no sienten la vida, sólo la ven pasar; por favor, mis adorados reyes, regad esas tristes y desoladas almas perdidas con energías renovadas, con lindos pensamientos sobre sí mismos y sobre la vida en sí e inyectad mundos llenos de colores, con música vibrante que les provoque el baile, con compañeros de viaje que distribuyan sonrisas a docenas y abrazos de algodón mulliditos, suaves y que repartan suspiros, por donde se escape el dolor, las penas y los miedos.
- Rociar nuestros corazones con la más dulce de las TERNURA, con unos trocitos de ALEGRÍA que siempre viene bien, hacerse de un buen acopio por si...Y por último, un trocito de mayor HUMANIDAD por la comprensión y por la generosidad que se han ido perdiendo; y un buen sorbo de ENTUSIASMO, que mantenga viva nuestra esperanza, nuestra pasión y nuestro ánimo en todo aquello que nos propongamos realizar y en nuestra propia vida.
- Os reclamo más veces al año, para que esas almas negras que carecen de empatía, que únicamente quieren el mal, que nos castigan con actos violentos, sin sentidos, con el único poder de la fuerza del fuerte contra el débil, del miedo atroz del que son capaces de paralizar al subyugado que viven en una angustia continua y provocada irracionalmente, salvaje y del todo descabellado, puedan sus majestades, paralizarlos, abocarlos hacia la verdad, la simpatía, el apego, la avenencia, el bien del otro, la alianza con la justicia y la paz.
Sabéis sus majestades, llevo años pidiendo, hasta suplicando por la humanidad, por mis semejantes, por el bien común, pero me olvido de pedir nada por mi porque no me creo merecedora de vuestra protección y amparo, ni siquiera de vuestros dones. Me parece que el mundo y la vida de mis análogos es mucho más importante y más trascendental que la mía propia. Sin embargo, en esta ocasión, me voy a permitir sugerirles que tengan a bien, ayudarme en todo aquello que preciso, consolarme en mis dolencias y padecimientos y por último, proteger a todas las personas que quiero y que me quieren de cualquier daño y favorecerlas en todo aquello que requieren y demandan.
Muchísimas gracias por vuestra atención, por vuestras bendiciones, colaboraciones y mediciones y finalmente, por tener a bien, visitarme un año más en mi humilde morada. Me despido, deseando que tengan una estupenda y tranquila noche, que mis deseos sean considerados por vuestras majestades y si los creen convenientes, me sean otorgados.
Os deseo que tengan mejor día que el año anterior y que vuelvan el próximo año cargadito con muchas más las ilusiones, deseos y los sueños que los que os escribimos y pedimos.
¡Cuidense mucho, majestades!
¡Sean y hagan felices!
¡Sean y hagan felices!
¡Hasta pronto, cómplices!
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