D.E.P. mi cómplice compañera
Tu móvil suena y en la pantalla asoma un número larguísimo y entonces, tu estómago parece que se encogiera porque presientes que va a ser algo importante para ti.
Lo coges y escuchas del otro lado como recitan tu nombre completo y tus apellidos. Y es entonces, cuando comienzas a sentir las mariposas en el estómago y notas como tu voz empieza a temblar y tu lengua se vuelve torpe. Sin embargo, una alegría inmensa se apodera de ti. La llamada tan esperada, durante tanto tiempo, te devuelve la motivación, el entusiasmo y el aliciente de ser maestra y sientes que por fin, ha llegado tu primer destino.
La ilusión no te deja dormir. La alegría con la que das los primeros "buenos días" a los que serán tus próximos compañeros. Y vas conociendo a los que van a pasar contigo todas las mañanas. Se te llena la boca de decir que estás trabajando. Vas a cumplir finalmente tu sueño y le pones ganas a todos los preparativos, y sigues poniéndole alegría porque eres inmensamente feliz y porque eres joven y porque estás llena de vida y... Y te la quitan.
No te ha dado tiempo de disfrutar de tu trabajo, el más bonito del mundo...No te han dejado. Y ahora, no hay alegría, no hay nada,...Sólo siento un dolor aquí, aquí en mi alma.
D.E.P. mi cómplice compañera
¡Qué Dios te tenga en su Gloria!
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Si esta vez no era por las
horas, porque eran las
cuatro de la tarde;
Si esta vez no era la
falda corta, porque iba
en chándal;
Si esta vez no estaba de
fiesta ni de borrachera,
porque estaba haciendo
deporte;
Si esta vez no ha sido
por ninguna de las
supuestas "cuestiones"
que confunden a los
hombres, ¿por qué ha
sido?
No nos mata la hora, no
nos mata la ropa, no nos
mata la fiesta. Nos mata
el machismo.
Ni una más.
Ni una menos.
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¡Hasta pronto, cómplice!
* Fuente:
Imágenes de Google
Textos inspirados en otros dedicados a Laura y/o bien, dedicados a ella por Oxfran
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