"De corazón a corazón"
Este jueves, 18 de mayo ha sido un día intenso, lleno de emociones, inquietudes, preocupaciones, reencuentros muy agradables y satisfactorios, despistes espantosos,... Bien, he tenido de todo un poco, para variar a uno de mis "equilibradas" y rutinarias jornadas diarias.
Comenzó todo, levantándome muy temprano para que me diera tiempo de dejar todo preparado en casa: recogida mi habitación y la casa, mis compañeros caninos con sus comederos llenos de su exquisito manjar de pienso para perros y por supuesto, agua limpia y fresca para el día que les quedaba por delante, su paseo por el huerto y evidentemente, nuestras muestras de mimitos, caricias y algo de juego diarios, menos de lo habitual, por la premura que hoy me imperaba.
Después de preparar mi medicación, de elegir la ropa y dejarla preparada en espera para más tarde, de reunir los papeles que precisaba para la visita que me esperaba, de asearme todo aquello que me pertenecía en solitario y de desayunar un yogur y una manzana y claro está, una vez tomada mi medicación, ya estaba dispuesta para la llegada de mi hermana Irene que sería la que me ayudaría con la ducha, con vestirme y finalmente, llevarme al Hospital a mi cita con mi doctora de Medicina Interna.
Desde que hace seis años y como una convocatoria irremediable, he de encontrarme con mi doctora para "descartar" una y otra y otra vez más, la posibilidad de que mi cuerpo me sorprenda con otra enfermedad del sistema inmunitario: lupus, en cualquiera de sus dos posibilidades.
Por supuesto, en primer lugar, no pienso dedicar una entrada a hablar de una enfermedad y en segundo lugar, menos a ésta que parece perseguirme desde el 2009 y que cada seis meses hace que mi corazón palpite más rápido de lo normal, que la noche anterior apenas duerma y que por tanto, mi aspecto sea aún más deplorable y además, por otra mejor razón: no voy a permitir que ninguna enfermedad sea la protagonista de mi vida. Ese papel me lo reservo para mi, únicamente.
Pero,... (¡sí, hay un pero!) la muy majadera juega conmigo dos veces al año, sin preguntar si quiero o no jugar con ella y he de pasar por ese estudio metódico que la doctora me hace pasar para decirme como me ha dicho hasta el día de hoy: "está usted bien; espero verla esta vez, al año, después de su operación y entonces miraremos los parámetros a ver cómo están, que de seguro serán muy satisfactorios".
¡Uf, había pasado mi primer asalto del día y mi sonrisa iluminó mi cara y mi pecho se ensanchó de júbilo! Mi hermana y yo salimos victoriosas del recinto hospitalario dispuestas a pasar un día maravilloso, aunque aún me quedaba un escollo por superar, todo iba "viento en popa y a toda vela".
Después de tomarnos un café con leche como Dios manda, Irene compró un pollo asado, con una guarnición de papas asadas y con una ensalada que prepararía en su casa, completaríamos con creces nuestro almuerzo y con ello, recuperaría las fuerzas para mi segundo round (asalto).
En esta ocasión, el turno era del ortopeda que tenía que ajustar mi prótesis, ya que ésta me estaba comenzando hacer daño, a replegar mi pie "tonto" (yo lo llamo así, porque no se entera si lo pisan o no, si se moja, si le cae algo, ... ¡vamos más tonto, ... imposible!) hacia el exterior (como suele pasarme) y mi esfuerzo al caminar comenzaba a ser muy, muy trabajoso, amén de doloroso; y todo esto, considerando que esta prótesis tiene apenas un mes y algo.
Pero,... (¡sí, también aquí hay otro pero!) resulta que mi "piernita" (creo que llamarla así, es más bonito y más cariñoso que decirle lo que realmente es, un muñón), como decimos por aquí en mi tierra, "se gobierna sola". Es como un "ente con vida propia". Vamos que ¡va a su bola! o si aún no te ha quedado claro, que "hace lo que le viene en gana" y se acopla perfecta y rápidamente al nuevo habitáculo y por consiguiente, hay que realizar nuevos ajustes para que yo pueda seguir caminando lo más recta posible.
Como siempre, mi técnico ortopeda resulta totalmente eficaz y camino tal cual una "modelo de pasarela".
Aún quedaba otro encuentro más. Este no tenía nada de negativo, ni de inconvenientes, ni desfavorable. Al contrario, suponía un reencuentro, después de un mes y medio casi en el que he estado delicada de salud y que me impedía salir con normalidad y debía guardar reposo porque mi cuerpo no quería ir acuerdo a mi voluntad, sino a la suya.
Esta vez me iba a reunir con mis compañeras y con mi profesora de Manualidades que durante este curso he seguido, no siempre como hubiese querido y era mi deseo.
El volver a encontrarme con estas personas, fue lo mejor del día. Siempre me he sentido muy querida y apreciada, por todas y cada una de ellas, y en especial, por la profesora a la que le debo mucho, más de lo que ella puede imaginar.
Ir a las clases de Manualidades me ha enseñado a convivir con mujeres de mi generación, mayores y menores que yo en un ambiente de armonía, compañerismo, generosidad, solidaridad, camaradería, alegría y buen hacer por parte de todas. Son un grupo de mujeres valientes, fuertes, luchadoras, que viven la vida con optimismo y con realismo, que poseen un potencial de trabajo tan intenso que en ocasiones, la profesora se veía inmersa en una oleada de requisitos de petición de ayuda que yo, sin duda, no sería capaz de solventar, con la elegancia y el saber estar que la caracteriza.
A todas ellas, a las que están y a la que se ha ido, a todas sin exclusión, incluída mi hermana Irene que era la responsable de llevarme a las clases y de comprar el material necesario, además de cargar con él hasta el aula y de ayudarme a mi también, tengo el deber moral de darles las GRACIAS desde el fondo de mi corazón. Jamás podré pagarles todo el bien que me han aportado a mi vida y por otro lado, tengo el deber personal de FELICITARLAS por su afán de superación, por su altruismo una con las otras, por la consideración y el miramiento que cada una de ellas ha tenido con las otras, por su adorable, delicioso y exquisito sentido del humor, capaz de dibujar desde una sonrisa picarona hasta la carcajada más estridente y contagiosa, sin nunca perder su estilo y su estar refinado y atento con los demás.
Por último, quiero expresar como mención destacada, la labor de nuestra profesora Fefi que con su carácter optimista, su positivismo, su carácter tremendamente cariñosa y atenta a todas las peculiaridades, necesidades e intereses de cada una de nosotras, su dulzura, su extremada generosidad aportando siempre verdaderos trabajos manuales destacables por su gran creatividad, imaginación, infinita paciencia y por su diversidad tanto en materiales, como en modelos, finalidades de éstos y además, del carácter ameno de todas las distintas creaciones.
Así es la enseñanza de nuestra profesora de Manualidades:
Así es la enseñanza de nuestra profesora de Manualidades:
La enseñanza que deja huellas,
no es la que se hace de cabeza a cabeza,
sino de corazón a corazón.
¡Muchas gracias a todos y a todas por este hermoso día!
¡Hasta pronto, cómplice!
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