EDUCAR A UNA MUJER ES EDUCAR A UN PUEBLO
Millones de niñas viven su infancia soñando con ser como Blancanieves, Cenicienta o la Bella Durmiente. Princesas de cuento, delicadas y alegres, con largos vestidos de ensueño y que son salvadas por un apuesto príncipe azul. Sin embargo, hay otras niñas y mujeres en el mundo que no sueñan con ser princesas.
EDUCACIÓN PARA HACER REALIDAD SUS SUEÑOS
Los problemas que nos rodean nos convierten en sobreprotectores con los menores. Llenamos la vida de las niñas de color de rosa y actuamos ante el mínimo atisbo de sufrimiento. Nos preocupamos de que no se enfaden por un capricho y ante cualquier indicio de peligro o amenaza externa siempre estamos a la defensiva.
Una mirada a África, Iberoamérica y Asia nos dará un baño de realidad y nos interpelará a actuar, para contribuir en la transformación del mundo. Porque hay países en los que el deseo de miles de menores no es un móvil de última generación, un viaje o ir a un concierto… No sueñan con encontrar un príncipe azul como en los cuentos, sino en tener infancia y salir de la pobreza.
En muchos países las niñas tienen que cuidar de sus hermanos pequeños, o incluso de sus propios hijos, o son obligadas a casarse. Se les impide ir al colegio para que ayuden en el campo o en casa y apenas tienen tiempo para jugar… Si nos rebelamos y queremos que tengan presente y que en el futuro se conviertan en madres responsables y capaces de tomar decisiones que alejen a sus familias de la pobreza, la educación es la mejor herramienta. Entre todos podemos hacer realidad sus sueños.
- Nacer mujer significa tener más probabilidades de vivir en la pobreza -
- De cada 10 personas pobres en el mundo 7 son mujeres
- + de 60 millones de niñas no van a la escuela
- + de 500 millones de mujeres no saben leer ni escribir
El pasado 8 de marzo se celebró el Día Internacional de la Mujer y no podemos olvidar la difícil realidad que viven millones de mujeres y niñas en todo el mundo. Niñas que no sueñan con ser princesas de cuento, sino que luchan por poder ir a la escuela y tener las mismas oportunidades que sus hermanos.
Educar
a una mujer
es educar
a un pueblo
Una vez más, la educación y la formación son elementos fundamentales para cambiar la vida de las personas y reducir las desigualdades.
Una niña que tiene la
oportunidad de ir al colegio va a tener
una vida completamente diferente. La
educación de una mujer o niña, además,
repercute de manera directa en su familia
y en su comunidad.
Una mujer educada
es una mujer más fuerte y con mejores
herramientas para enfrentarse a los
problemas. Mejorará la alimentación y
la higiene de la familia, sus hijos irán a
la escuela porque pondrá en valor los
conocimientos para un mejor futuro,
tendrá formación y podrá adaptarse más
fácilmente al mercado laboral, conocerá
sus derechos y no será explotada y
participará en la toma de decisiones
de su comunidad.
“Nunca imaginé
levantarme en el consejo de mi aldea y
hablar delante de mis vecinos”, explica una
de las mujeres que ha participado en los
cursos de alfabetización que los misioneros
salesianos llevan a cabo en la región de
Kara, en Togo. “Yo he mandado a todos mis
hijos e hijas al colegio. Es la manera de que
tengan un futuro mejor y espero que mis
hijas puedan avanzar un poco más”, añade
otra de las mujeres.
ODS Objetivo 5:
Lograr la igualdad de género y fortalecer el papel de las
mujeres y las niñas en el mundo es uno de los Objetivos
de Desarrollo Sostenible que Naciones Unidas se ha
marcado para conseguir en el año 2030.
MUJERES EN CONFLICTO
80 millones de personas el año pasado
necesitaron asistencia humanitaria. El 75%
eran mujeres, niñas y niños, según Naciones
Unidas, y muchos de ellos necesitaron esa
ayuda por estar en situaciones de conflicto.
La guerra es, sin duda, devastadora para
todos, pero un poco más para las mujeres
y los menores, grupos especialmente
vulnerables. Violaciones, abusos y esclavitud
son algunos peligros…
Sin embargo, son
ellas las que cargan con el peso de sus
familias. Los hombres en el frente, muertos
o desaparecidos obligan a las mujeres a
convertirse en las personas que toman
las decisiones, ganan dinero y aportan los
cuidados necesarios. No pueden bajar la
guardia ni resignarse en el sufrimiento, porque
sus familias dependen de ellas.
NIÑAS ESPOSAS
El matrimonio precoz es otro de los grandes peligros a los que se
enfrentan las niñas de Asia y África, sobre todo.
“El matrimonio
infantil es una violación de los derechos humanos y priva a las
niñas de educación, salud y perspectivas a largo plazo”, explica el
director del Fondo de Población para Naciones Unidas (UNFPA).
Cada día, según este organismo, 39.000 niñas en el mundo se
casan antes de cumplir los 18 años.
En India, por ejemplo, el matrimonio de niñas es una realidad
común. Los misioneros salesianos en este país trabajan con las
autoridades y la sociedad civil para concienciar sobre los peligros
de esos matrimonios. En algunos casos, además, ayudan a estas
menores para impedir el matrimonio. Esto es lo que ocurrió en
el caso de Samkuru Vani.
“Soy la menor de ocho hermanos. Mi padre nos abandonó cuando
yo era aún un bebé. Mi madre trabajó en el campo para poder
sacarnos adelante.
Cuando llegué al décimo curso mi familia no
quería gastar en que yo comiese o siguiese estudiando y decidió
buscarme un marido. Yo no quería, pero comenzó el ritual y
muchos hombres pasaron a verme. Me sentí como una vaca en
venta. Mi familia no entendía mi negativa. Mis hermanos mayores
me pegaron, me insultaron… decían que era la vergüenza de mi
familia e, incluso, amenazaron con matarme. Nadie me preguntó
si yo quería casarme. Me sentía como si no fuera responsable
de mi vida ni de mi cuerpo. No estaba siendo respetada. Un día
hice acopio de todas mis fuerzas y me escapé. Fui al Centro Don
Bosco en Navajeevan, donde me acogieron y ayudaron a seguir
estudiando.
Nunca nadie de mi familia me fue a buscar. Me
consideraron muerta. Hoy he conseguido
superar todo aquello, pero me gustaría
que nadie tuviera que pasar por esto”.
¡Hasta pronto, cómplice!
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