"Expuestos a pesticidas día a día"
María Pérez Ávila - Madrid 28 de agosto de 2017
Trabajadores de una granja avícola de Corea del Sur manipulan huevos contaminados con fipronil YONHAPEFE
- España es uno de los países europeos con mayor consumo de pesticidas, junto con Francia e Italia
¿Qué pasa si como huevos con fipronil?
La alerta por los huevos contaminados con fipronil da la vuelta al mundo. El origen se sitúa en Países Bajos y Bélgica pero ya son más de 19 los países europeos que han tenido que retirar huevos, ovoproductos o carne de ave. Además, la alarma también ha llegado a Hong Kong, el Líbano, Liberia o Corea del Sur. En España, por ahora, se han detectado en País Vasco y en Cataluña.
Este producto, un pesticida «moderadamente tóxico» para los humanos según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se utiliza principalmente para la desparasitación de mascotas, aunque también lo contienen algunos artículos de uso doméstico como antitermitas o antihormigas, e incluso productos para el control de plagas en cultivos. Tras la alarma, Francia y Países Bajos han detectado la presencia de otra sustancia, el insecticida amitraz -empleado en la desparasitación de ganado, pero prohibido en aves de corral- en algunas granjas avícolas.
Las autoridades aseguraron que las cantidades de fipronil detectadas no son suficientes para causar daños en la salud. No obstante, se pueden encontrar químicos similares en otros productos.
España es uno de los países europeos con mayor consumo de pesticidas, junto con Francia e Italia, según un informe del Fondo para la Defensa de la Salud Ambiental (FODESAM) de 2014. Son herbicidas, fungicidas o insecticidas: se utilizan, sobre todo, en la agricultura y dejan rastro en los alimentos, o también se emplean en parques y jardines.
El problema de su uso reside en que, a pesar de que cumplen su función, son potencialmente tóxicos para otros organismos, entre ellos el humano. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señala que algunos pueden ser carcinogénicos o alterar el sistema hormonal.
Los más vulnerables
Los más vulnerables son los trabajadores que tratan a diario con estos químicos, como zonas donde se fumiga habitualmente, floristerías o viveros. Ese fue el caso de Judith Marqués, una ingeniero técnico agrícola que trabajaba en el sector de la jardinería y la planta ornamental. En un encuentro organizado en Madrid por la Fundación Vivo Sano, la Fundación Alborada, Ecologistas en Acción y Movemos Europa, explicó que hasta los 30 años llevaba «una vida completamente normal».
Sin embargo, tras cinco meses trabajando, comenzó a notar un «agotamiento insuperable», tanto físico como mental: no le cuadraban los cálculos que hacía a diario, le faltaba coordinación y reflejos para conducir y estaba demasiado cansada para, incluso, bajar a comprar el pan.
«Nadie piensa que la lotería de enfermar le pueda tocar, y menos que, según qué trabajo, esté comprando de golpe todos los números». Marqués manipulaba a diario plantas que, sin ella saberlo, estaban recién fumigadas. Entonces comenzó su viacrucis. Ni ella misma ni ningún médico relacionaban sus síntomas con una exposición prolongada a los pesticidas por lo que, al no tener diagnóstico, era «perfectamente válida» para seguir con su actividad. Su salud debilitada no le permitía desarrollar su trabajo con normalidad y la empresa, finalmente, la despidió.
Además, tuvo que modificar su casa, sus muebles, dejar de usar productos químicos sintéticos, utilizar purificador de agua, comer ecológico y una «larga lista más». En esa situación, su economía quebró.
Sensibilidad Química Múltiple
«Mi historia cambió el día en el que una doctora me preguntó en qué trabajaba». Le diagnosticaron Sensibilidad Química Múltiple (SQM), fibromialgia y síndrome de fatiga crónica. Ella se siente afortunada porque la resolución no tardó más de un año en llegar, y tres después consiguió la invalidez «por intoxicación por pesticidas».
«Detrás de cada persona enferma a causa de los pesticidas hay un historia, a menudo dramática, que acaba en los tribunales médicos pidiendo a gritos un reconocimiento administrativo», añadió la afectada.
Al encuentro también acudió el catedrático del departamento Radiología y Medicina Física de la Universidad de Granada, Nicolás Olea, quien investiga el impacto que siguen teniendo pesticidas que ya están prohibidos en el sector sanitario y en la agricultura.
Pesticidas prohibidos
Puso como ejemplo el lindano -un producto utilizado durante décadas en agricultura, ganadería o para el tratamiento de piojos y sarna en humanos-, prohibido por la Unión Europea en 1991 y, desde 2015, en la categoría de «cancerígeno» de la OMS.
También mencionó el DDT (dicloro difenil tricloreatano), un pesticida organoclorado -unos pesticidas artificiales- prohibido en 1977. En un estudio de 2006, el experto detectó este producto en el 99% de las placentas de las mujeres que dieron a luz en el Hospital Clínico de la Universidad de Granada, lo que probó que son persistentes.
En 2014, en España se vendieron casi 79.000 toneladas de pesticidas, que no se reparten equitativamente: el 51% de esa cantidad se distribuye en el 4,5% del territorio. Olea señaló que este tipo de productos se utilizan en cosméticos, detergentes o medicamentos. Muchos de los que se prohibieron en la agricultura se derivaron al uso en jardinería.
Asociados a efectos en la salud
El jefe del Programa de Cáncer en ISGlobal, el doctor Manolis Kogevinas, explicó en conversación telefónica a EL MUNDO que los pesticidas sí se han asociado con muchos efectos sobre la salud. «En niños, en su desarrollo, y en adultos, cáncer». No obstante, recalcó que depende del tipo de pesticida y del nivel de exposición.
Eso sí, señaló que «está comprobado» que estas enfermedades pueden aparecer en gente muy expuesta, como fue el caso de Judith Marqués. «La población general también estamos expuestos, sin duda, aunque menos». «Quizá esta exposición no sea suficiente para producir cáncer, pero sí otros problemas como Parkinson o disrupción hormonal», aunque matizó que según el tipo.
Los contaminantes hormonales o disruptores endocrinos (EDC, por sus siglas en inglés) son compuestos químicos exógenos con capacidad para alterar las hormonas naturales del cuerpo humano. Están presentes en muchos plaguicidas y pueden llegar a la población a través de los alimentos, tanto de origen animal, como cereales o frutas y verduras.
Dentro de los límites establecidos
A pesar de ello, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) determinó en un informe de abril que más del 97% de los alimentos de la Unión Europea analizados contenían residuos de pesticidas dentro de los límites establecidos.
Kogevinas se mostró convencido de que estamos expuestos a muchos disruptores endocrinos pero que «no hay consenso» en cuanto a su peligrosidad. En sus estudios sí ha establecido que ciertos disruptores hormonales puedan causar cáncer de mama, pero advirtió de que la OMS no lo ha declarado oficialmente.
Además, subrayó que los niños, una de las poblaciones más susceptibles, nacen con ciertos niveles de estos tóxicos ya que su exposición comienza en el embarazo.
Una "herencia química"
La profesora titular de Medicina Preventiva de la Universidad de Oviedo, la doctora Adonina Tardón, que también dirige el Grupo de Epidemiologia ambiental del Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER) de Epidemiología, ha estudiado el efecto de estos compuestos tóxicos persistentes en la salud de la madre y de los niños.
Como investigadora principal de la cohorte Infancia y Medio Ambiente (INMA) de Asturias, ha examinado la concentración de estos compuestos que tienen las madres, si se pasa al niño en el embarazo y qué efecto pueden tener sobre los menores.
Tardón explicó a este diario que detectaron que el 100% de las embarazadas de Asturias con una edad media de 30 años presentaban DDT, aunque no en niveles muy elevados.
«Han estado en contacto con plaguicidas prohibidos desde los años 70, lo que quiere decir que son persistentes». No obstante, también han visto que parte de estos tóxicos se quedan «atrapados» en la placenta y no se transmiten al feto, por lo que el siguiente paso es conseguir intervenir en el paso de organoclorados de madres a niños.
Para reducir la exposición a estos compuestos químicos, la doctora aconseja huir de envases plásticos en la comida así como limpiar «perfectamente la fruta y la verdura» y evitar la producción industrial, utilizar recipientes de vidrio o de cristal y no usar aromatizantes químicos en aerosol. «No nos damos cuenta de que estamos expuestos a poquitas dosis, pero continuadas», señaló. «La sensibilidad química múltiple no suele aparecer por el contacto con estos químicos en el hogar», aunque insistió en que el peligro es que «son bioacumulables y biomagnificables, es una herencia química».
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*Nota:
Os dejo esta nota informativa sobre la categoría de los huevos, según su etiquetado, que siempre pueden servirnos de referencia a la hora de la compra de los mismos. Espero que os sirva de ayuda.
¡Hasta pronto, cómplice!
* Fuente:
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