"Nuestra emociones"
Todas las emociones que tenemos, ya sean positivas como negativas, son consideradas como naturales porque forman parte de nuestra propia naturaleza humana.
Si nos ponemos a pensar en las emociones que hemos tenido a lo largo del día seguro que nos encontraremos como se entrelazan las negativas, como el miedo o el enfado con las positivas, como la alegría o el entusiasmo. Y si hiciéramos dos listas una de emociones negativas frente a una de emociones positivas lo más probable es que estuvieran casi a la par.
Debemos entender que tales emociones: las negativas y las positivas, constituyen parte del propio ser humano y por consiguiente son algo natural, y que las primeras no significan que sean malas o perjudiciales para nosotros; simplemente la llamamos así para distinguirlas de las otras que son mucho más fáciles de aceptar porque siempre nos benefician directamente.
Sin embargo, algunas de las emociones negativas tienen su aspecto positivo. Tal es el caso del miedo, que nos pone en aviso ante algún peligro que pudieras correr y nos pone alerta. Si el miedo, se vuelve algo enfermizo e impide que nuestra vida se vea limitado por él, entonces estaríamos hablando de un pensamiento negativo, reincidente y malsano.
Las emociones negativas aumentan nuestra conciencia. Nos benefician a enfocar un problema de manera que podamos solucionarlo. Pero tener muchas emociones negativas puede llegar a agobiarnos, a ponernos ansiosos, a cansarnos, a estresarnos y finalmente, a enfermarnos.
Porque cuando existen muchas más emociones negativas que positivas, los problemas suelen hacerse demasiado grandes y mucho más difíciles de resolver. Por tanto, para conseguir que esto no suceda, debemos mantener, al menos, un equilibrio entre las emociones negativas y las positivas, o bien, un mayor número de éstas últimas, puesto que siempre nos facilitarían a resolver los posibles conflictos que las emociones negativas en demasía, agravarían nuestro estado anímico y físico.
Las emociones positivas, por consiguiente, compensan las negativas y tienen otros beneficios.
En vez de limitarnos, como lo hacen las emociones negativas, las emociones positivas afectan nuestro cerebro del tal manera que aumentan nuestra conciencia, atención y memoria. Nos ayudan a captar un mayor número de información, a mantener varias ideas al mismo tiempo y a comprender cómo las ideas se relacionan unas con otras.
Cuando las emociones positivas dan lugar a muchas nuevas posibilidades nos sentimos capaces de hacer mucho más cosas, somos capaces de aprender más y de ampliar nuestras capacidades.
Las personas que sienten muchas emociones positivas diariamente son más felices, más sanas, están más abiertas a asimilar cualquier concepto y se llevan mejor con la gente.
Por último, quisiera distinguir que las emociones tanto positivas como negativas, son involuntarias a la persona, al menos a la hora de originarse, pero no así, los pensamientos positivos y negativos que precisan de un proceso mental más complejo y elaborado por la persona. Cuando una emoción negativa se vuelve reincidente, pasa a convertirse en un pensamiento negativo y deja de ser una emoción, es decir, una impresión o alteración del ánimo, y por tanto, puede convertirse en algo enfermizo.
Si quieres conseguir un aumento de las emociones positivas puedes hacer lo siguiente:
1.- Identificar y registrar tus emociones.
2.- Concentrarte en alguna de las emociones positivas específica y haz algo para aumentarla.
3.- Usa todas esas emociones positivas que has podido ir coleccionando para luego servirte de estímulo.
El llevar un registro de las emociones positivas contribuye a darnos cuenta de los sentimientos positivos que ya hemos vivido y de las situaciones o actividades que los propiciaron. Una vez que sabes qué provocó la emoción que quieras aumentar (por ejemplo, la alegría), decide entonces de qué manera incluir esas actividades que sueles repetir en tu vida diaria (escuchar o bailar tu canción favorita) y elije aquellas que creas conveniente (que no te supongan un gran esfuerzo) para hacerlas diariamente para con ello llegar a provocar un hábito o una rutina y en una habilidad más en tu vida.
¡Hasta pronto, cómplice!
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