viernes, 3 de julio de 2015

Aprendemos a decir "NO"

"Decir NO"

Seguro que a más de uno vosotr@s se ha visto en la disyuntiva de elegir entre decir NO o dejarse llevar por la otra persona que nos pide algo, e irremediablemente terminamos diciendo SÍ.

En esos momentos nos sentimos frustrad@s, impotentes, malhumorad@s, incluso hasta idiotas e instantáneamente, surgen ante nosotros dos nuevas formulaciones, de una forma muy nítida: o bien, somos unos cobardes, incapaces de hacer ver nuestros propios intereses y necesidades; o bien, somos unos egoístas, egocéntric@s, malas personas y malvad@s por llegar haber sido capaces, por un instante, en dudar a poder negar ante la petición que se nos proponía.


Los que rondan mi generación (años arriba o años abajo), desde que éramos pequeños, nuestros padres, nuestros maestros y todos los adultos con los que nos relacionábamos, nos inculcaron un tipo de actitud que favorecía el hecho de "no cuestionarnos" cualquier otra salida o cualquier otra posibilidad; en definitiva, a no pensar, sino a actuar consecuentemente con lo que se nos pedía, exigía o en el más benévolo de los casos, con lo que se nos solicitaba. Todas las demás acepciones del verbo "pedir", quedaban en el olvido. No se rogaba, no se requería y mucho menos, no se nos proponía algo (caso que fuésemos a negarnos o a debatirlo, ¿no?).

Era tanta la presión que se nos ejercía cuando éramos niñ@s por parte de los mayores y era tan sumamente incuestionable su convencimiento de lo correcto, que no nos quedaba cabida alguna el poner en tela de juicio su palabra


Y toda esta reflexión sin haber tenido en cuenta la religión. ¡Uf! ¡Estas sí qué eran palabras MAYORES! Porque además, del acatamiento a la voluntad y decisiones de los adultos, se nos inculcaba que el no hacerlo, o tan siquiera no contemplarlo, constituía todo un pecado mortal, un delito inexcusable y por lo que irremediablemente, teníamos que hacer penitencia y arrepentirnos de nuestras "desorbitadas faltas" o arderíamos en el fuego del infierno para toda la eternidad. 

Nuestros educadores infantiles y pre-adolescentes, conformaron nuestros primeros contactos con seres especialistas en el Totalitarismo, en el Absolutismo, en el Despotismo, en el Fascismo, en la Autarquía, en la Dictadura,... que luego, llegaríamos años más tarde, a descubrir en los libros y en las clases de Historia Contemporánea.


Ahora, hoy en día, llevamos guardados en nuestro subconsciente aún resquicios por los que se nos cuelan, de vez en cuando, aquellas tiranas doctrinas que consiguen perdurar en nosotros y que afloran, de vez en cuando (probablemente más de lo que suponemos), transformados en sentimientos de culpa o de abnegación altruista hacia el otro y en detrimento, en menoscabo, en perjuicio y en agravio, a nuestro propio ser. 

Los de mi generación y los que la rondan por arriba y por abajo, llevamos en nuestra mochila innumerables pensamientos negativos, sentimientos y emociones de desestima, de rabia y de odios ciegos o de infravalorizaciones asumidas, que en la actualidad, nos vemos abocados a buscar desesperadamente una salida, que posibilite, en el menor de los casos, un equilibrio entre las dos fuerzas que imperan en nuestro ser: el consciente y el subsconsciente; y en el mejor de los casos, en el más favorable y en el más idóneo, el reintegrarlos a ambos a un único ánimo, el de nuestro yo interior, el de nuestra alma. 


En la actualidad, persisten algunos vestigios del pasado en un considerable número de adultos, ya sean educadores o no, pero que de cualquier forma interactúan con l@s niñ@s. Sin embargo, afortunadamente, cada vez más, el trato que se establece con los niños va destinado a inculcar la libertad de pensamiento y de elección del propio individuo, basándose en sus criterios y en unos argumentos analizados y apropiados. Ciertamente, el llegar a conseguir ésto en todos l@s discentes, hoy por hoy, es un ideal a conseguir que aún partiendo de la escuela ha de ser respaldada y avalada en el ámbito familiar y social.


En definitiva, decir NO es una tarea difícil en ocasiones, porque nos compromete a algunas situaciones desagradables o nos puede hacer sentir culpables, además del miedo de no agradar o dar lo que esperan de uno. También, es interesante saber a qué tipo de persona perteneces: 

- Puedes ser una persona Pasiva, es decir, que no sabe decir NO y deja que los otros decidan. 
- Puedes ser una persona Dominante, es decir, que te excedes en tu poder, utilizas malas formas para pedir o decir lo que quieres, sin respetar a los otros o siendo un manipulador. 
- Puedes ser una persona Asertiva, es decir, la que decide lo que quiere y puede hacer; sabe decir NO de forma educada y respetando al otro. 

Bien, ahora que sabes qué tipo de persona eres, contesta a esta serie de preguntas que te ayudarán a explorar que sucede para que lo permitas: 

1.- ¿En qué situaciones te ocurre?

2.- ¿Es la otra persona implicada agresiva, pasiva o asertiva?

3.- ¿Cuál es el impacto de cuando eres pasivo?

4.- ¿Cuáles son tus miedos?

5.- ¿Cuál sería una reacción asertiva para cada caso?


Ahora debes de tener en cuenta que: 

1.- Es imposible agradar a todo el mundo porque decir que sí a todo y a todos te traerá problemas.

2.- Si no te cuidas y priorizas para lo que para ti es importante no podrás ocuparte de los demás como se merecen. 

3.- Tienes todo el derecho a decir NO, a dar tu opinión, a equivocarte, a no tener todas las respuestas, si alguien se enfada es su problema.

4.- Decir NO, no significa rechazar a la persona, sino que no es el momento adecuado para ti. 

Y finalmente, nos quedaría saber cómo o de qué forma decir NO

1.- Utiliza una frase corta y directa, como por ejemplo: "No, lo siento"; "No, gracias"; "No puedo" Y después puedes añadir algo más pero sin "enrollarte", ¿entendido?

2.- Ayúdate del lenguaje corporal para reafirmar tu NO: mirando directamente a los ojos de tu interlocutor, moviendo la cabeza para enfatizar la negativa y usando una voz clara y firma, nada de -"tartamudez y hablar bajito", ¿ok?

3.- Si no lo tienes claro, gana tiempo diciendo cosas como esta: "deja que lo piense y te contesto mañana" o "deja que revise mi agenda y luego te lo digo". De esta forma, preparas a la persona a la posibilidad de una negativa.

4.- Di NO educadamente y usa el "pero" para algo positivo, es decir, puedes decir algo así: "no puedo, lo siento pero muchísimas gracias por pensar en mi; o "no puedo, lo siento pero si puedo echarte una mano con esto... otro". 

5.- Sé directo, transparente y totalmente sincer@ porque a veces la otra persona lo que más necesita es que seas totalmente honest@: 

- "No quiero porque siento que esto va en contra de mis principios"
- "No puedo porque me he comprometido conmig@ mism@ en acabar esto, para mi es importante"
- "No, lo siento, antes tengo que ..., para mi es prioritario".
- "No estoy de acuerdo aunque respeto su opinión ..."


Ser asertivo es una manera de reafirmar tu confianza y tu control en tu vida, en ti mism@. Por consiguente, aprender a decir NO, es una de las formas de aprender a ser asertiv@ que, como habrás comprobado y por tu experiencia propia, constatarás que es una tarea ardua y que requiere de constancia, de autoconfiancia y de autoestima. 







¡Hasta pronto, cómplice!






3 comentarios:

Unknown dijo...

Hola Vestita, me encantó este tema, estoy aprendiendo a decir NO. Mi gran problema es que pensará de mi la otra persona al negarme. Ya lo hice una vez y no me fue bien pues perdí el contacto con esa persona y aún siento su ausencia. Besos

Marta Nieves Montero González dijo...

Me alegra mucho que te gustara la publicación y que te pueda servir de ayuda. Por otro lado, decirte que el hecho de negarte ante otra persona implica, inevitablemente ese riesgo que tu mencionas, es decir, que la otra persona no lo entienda, no sea tan asertiva como tu, sea más egoísta o más ególatra y sea incapaz de ver que también es importante las decisiones de otras personas y nos gusten o no, nos duelan o no, hay que aceptarlas y no perder la relación con ella. Evidentemente, la persona a la que te vistes en la necesidad de negar algo, se quería mucho más a sí mismo que a la relación que existía entre amb@s. En estos casos, te das cuenta que la otra persona, precisa de una mayor maduración y de una mayor experiencia en habilidades sociales (tal vez, carezca de ellas como muchas personas) y precisa de más tiempo que tú en percatarse de la pérdida de vuestra amistad o de vuestra relación; o quizás, tu egocentrismo, su incapacidad de ver más allá de su propia realidad y su carácter tóxico, le hacen ver que no precisan de alguien como tu porque pronto encontrarán otra presa a la que descargar su veneno.

Piensa en lo que te he dicho, porque tu que has conocido a esa persona, sabrás a qué grupo pertenece de los dos.

A mí también me ha sucedido lo mismo que a ti, es parte del proceso de aprendizaje y éste al implicarse los sentimientos, siempre es duro y doloroso, pero debemos valorar si esa relación nos da tanto como nosotros damos y si además, no nos mantiene hundidos y menospreciando nuestro valor como personas con criterio y juicio propio.

"A veces, para que una herida que ha curado mal, hay que abrirla de nuevo para que el sangrado que produce, beneficie a una corta y mejor curación."

Espero haberte ayudado, a ti y a todos los que leen los comentarios e incluso a mí misma, a la que también le cuesta decir NO.

¡Sé feliz; busca tu felicidad interior!

Marta Nieves Montero González dijo...

Perdón, donde escribí "tu egocentrismo", quise decir, "su egocentrismo". Mis disculpas, Beatriz.

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