"IV Centenario de la muerte
de Miguel de Cervantes Saavedra"
Su vida
En 1547, año del nacimiento de Cervantes, el mundo ha dejado de ser un lugar pequeño y España, bajo el reinado de Carlos I, constituye la mitad de ese mundo. Alcalá de Henares, a treinta kilómetros de Madrid, es un lugar agitado y vibrante en tanto que plaza universitaria, y allí verá la luz Miguel de Cervantes.
Cuarto hijo de un modesto sangrador o practicante -entonces se los llamaba cirujanos-, resulta difícil seguir la pista al niño Miguel, y también al adolescente. El padre, Rodrigo, vivió siempre cercado por la estrachez, asediado por las deudas. Su azarosa trayectoria lo llevó de Alcalá a Valladolid, y luego a Sevilla, y antes a Córdoba, aunque algunos dudan que su mujer, Leonor de Cortinas, y sus seis hijos lo acompañaran en este deambular. Lo único seguro es que en 1566 Miguel de Cervantes está instalado en Madrid, junto al resto de la familia.
En 1568 firma unos poemas de circunstancias a la muerte de la reina Isabel de Valois –esposa de Felipe II–, editados al año siguiente por Juan López de Hoyos. Pero antes de que acabe el año lo tenemos en Roma. ¿Cómo ha llegado y por qué? Hay documentada una orden de arresto contra un Miguel de Cervantes a quien se ha juzgado en rebeldía por haber herido a un maestro de obras en un duelo.
La sentencia encierra un guiño irónico al destino: diez años de destierro y corte de la mano derecha. De todos modos, algunos sostienen que ese Cervantes no es Cervantes, o que es otro Cervantes. Ya en la Ciudad Eterna, trabaja como camarero del futuro Cardenal Acquaviva, y después ingresa a los tercios, hasta que un buen día la lógica de las cosas –es soldado, es español y es 7 de octubre de 1571– lo sitúa en el golfo de Lepanto, teatro de la historia.
El mar está en calma, las flotas rivales rugen, se acechan, y Miguel de Cervantes tiene fiebre. Se le concede licencia para ponerse a cubierto, pero él insiste en atravesar el tiempo, y se dispone para el combate –«la más alta ocasión que vieron los siglos pasados»– en el esquife de la galera La Marquesa.
Mueren treinta mil hombres del lado turco y doce mil del lado cristiano, que se dará por vencedor. Tres balas de arcabuz buscan y encuentran a Cervantes. Dos le aciertan en el pecho y una tercera le inutiliza la mano izquierda. Después de unos meses de convalecencia en un hospital de Mesina, en Sicilia, se reincorpora a los tercios. El Mediterráneo es un campo de batalla y Cervantes sigue atrapado en el torbellino de la historia: Navarino, Corfú, Túnez.
Recorre Italia de arriba abajo, remueve la espuma de los días –lee mucho, vive más– y, en 1575, se embarca de regreso a España. Cuenta con cartas de recomendación de Don Juan de Austria y del Duque de Sesso, pero esos papeles, cursados para conseguir, seguramente, una patente de capitán, le acabarán complicando la existencia.
En aguas del Golfo de Rosas la goleta Sol cae en manos de corsarios berberiscos, que tomarán a Cervantes por quien no es, una persona principal. Esto retrasará su rescate, aumentará su cotización. Cinco años pasó Cervantes en los baños o mazmorras de Argel, y cuatro veces intentará fugarse hasta que el 19 de septiembre de 1580 el fraile trinitario Juan Gil se presente con el rescate.
Regresa a España y se encuentra con un país convulso, entre la mugre y el oropel, que enlaza bancarrotas a medida que ensancha sus límites y los del mundo, y con su familia arruinada por los gastos de su liberación. En Madrid, intentará hacer valer sus méritos como héroe de Lepanto, y como ex cautivo, para conseguir alguna colocación. Lo envían a Orán en una oscura comisión de un mes con visos de espionaje, le pagan cincuenta ducados y ahí termina todo.
Entonces vislumbra América. Cervantes escribe al Consejo de Indias, quiere que lo envíen allí con algún empleo administrativo. Nada. El sueño americano –lo que pudo haber sido– se diluye en el horizonte y se confunde con un océano de plegarias desatendidas. «Con poco me contento, aunque deseo mucho», escribirá en el Viaje del Parnaso.
Así que se queda en España, le queda España, y trabaja en una novela pastoril, La Galatea. Frecuenta la taberna de un asturiano instalado en la calle Tudescos, y frecuenta también a la mujer del tabernero, Ana Franca, con la que tendrá una hija.
En diciembre de 1584 viajará a Esquivias, en Toledo, para mediar en la publicación de un cancionero de un amigo muerto, y súbitamente –es decir, sin que nadie encuentre una explicación clara– casará con Catalina Palacios Salazar, a la que dobla en edad. Pasará dos años en Esquivias y en 1585 publica La Galatea.
Al fin, en 1587, consigue un empleo como comisario de abastos en Sevilla. Escribe poemas sueltos, que coloca en flores y cancioneros, vende comedias, gana unas justas poéticas y como premio obtiene unas cucharillas de plata. Recorre Andalucía de punta a cabo, requisa trigo y aceite para la Armada Invencible. El héroe desvaído respira el polvo de los caminos y se acostumbra a la incomodidad de las fondas. Fija el paisaje en la retina y, también, da con sus huesos en la cárcel (en Castro del Río, provincia de Córdoba, y en Sevilla) acusado de cobrar lo que no debía, o de demorar el pago de sus recaudaciones a la hacienda pública. Además, conocerá la excomunión por requisar bienes eclesiásticos.
En 1601 la corte se traslada a Valladolid y, tres años más tarde, Cervantes se instala al borde del Pisuerga, rodeado de mujeres: esposa, hermanas, hija y sobrina. Sobrevienen sinsabores, sobresaltos y tratos indeseados con la justicia. Un caballero principal muere –hoy se diría que "en extrañas circunstancias"– a las puertas o incluso en las entrañas de la casa de alquiler en la que moran los Cervantes. En la investigación no se esclarece la muerte del caballero, pero se concluye que todas las mujeres de aquella casa llevan una vida licenciosa que bordea la prostitución. Y entonces, en 1605, ocurre algo, se publica en Madrid, en la imprenta de Juan de la Cuesta, la primera parte de El Quijote. Es un triunfo fulminante, alcanza cinco reediciones ese mismo año y en poco tiempo se traducirá al inglés y al francés.
El siglo sigue, la corte vuelve a Madrid en 1606, y Cervantes con ella. Encuentra un protector en el Conde de Lemos, pero sufre una nueva decepción cuando el célebre mecenas parte hacia Nápoles, donde fungirá como virrey, y no lo incluye en su séquito. Cervantes es un hombre entre dos siglos y un escritor del presente que se proyecta hacia el futuro. Dentro de ese futuro, le preocupa especialmente la salvación de su alma, así que multiplica su presencia en órdenes y congregaciones y se entrega a ocupaciones piadosas, que alterna con la pluma. En 1613 se editan las Novelas ejemplares.
Un año después, Alonso Fernández de Avellaneda –seudónimo nunca esclarecido– da a las prensas una segunda parte apócrifa de El Quijote. Se acerca el ocaso, y la actividad de Cervantes es febril: Viaje del Parnaso, Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados y, en 1615, una segunda parte de El Quijote, donde ficción y realidad espejean hasta ofrecer la fórmula depurada de la novela moderna.
En 1616, la primavera avanza y Cervantes, postrado por la enfermedad –diabetes, tal vez insuficiencia hepática–, espera la muerte en su casa de la madrileña calle del León. Sustancia su agonía en la dedicatoria y prólogo de Los trabajos de Persiles y Segismunda.
«¡Adiós, gracias; adiós, donaires; adiós, regocijados amigos; que yo me voy muriendo, y deseando veros presto contentos en la otra vida!». Soporta los dolores de la enfermedad y se consume hasta que el 22 de abril le llega, después de tanta vida, la hora de morir.
Su obra
El trato de Argel / 1582
El siglo de Cervantes, o los siglos, son siglos de teatro y Cervantes, hombre de su siglo o de sus siglos, fue también un hombre de teatro. Testimonio de la primera etapa teatral de Cervantes, El trato de Argel es asimismo un texto de largo alcance en lo biográfico, de gran valor documental, en el cual la historia se confunde con la Historia. No ha pasado mucho tiempo desde que el soldado de Lepanto, el ex cautivo, se reencontrara con la libertad y, entretanto, el hombre Miguel de Cervantes busca su sitio en España, sin acabar de encontrarlo, y el autor busca un hueco entre las tablas de los corrales de comedias.
El cerco de Numancia (La Numancia) / 1582
En los años previos a la «monarquía cómica» de Lope de Vega, Cervantes estrenó, según sus propias palabras, «hasta veinte comedias o treinta» en los corrales de Madrid. No puede decirse que obtuviera un éxito arrollador en este desempeño, y el propio autor se limitará a consignar, años después, que «todas ellas se recitaron sin que se les ofreciese ofrenda de pepinos ni de otra cosa arrojadiza». En La Numancia, Cervantes recoge el tópico de la resistencia numantina frente al acoso de los romanos y lo convierte en una exaltación de la libertad, asunto clave en su producción literaria y en su propia vida.
La Galatea / 1585
Cervantes deja a un lado su experiencia como soldado y cautivo, y se hunde en el universo idealizado, improbable y simbólico de la novela pastoril. La narración, entreverada de versos, sigue el triunfante modelo de La Diana de Jorge de Montemayor, y cuenta la historia de dos pastores de la ribera del Tajo, Elicio y Erastro, enamorados de una misma, discreta y hermosísima pastora, Galatea. También cuenta, entrelazadas, muchas otras historias de pastores cuya principal ocupación consiste en amar y, sólo a veces, en ser amados. Los personajes se lamentan entre sonetos y canciones y, al fondo, los rebaños pastan y los arroyos murmuran. Además de una novela, es un tratado de amor inacabado. Cervantes siempre mantuvo la promesa de concluirla, incluso en el prólogo de Los trabajos de Persiles y Sigismunda, que firmó tres días antes de morir.
Don Quijote de la Mancha / 1605
En la Mancha, en una aldea anodina, hay un hidalgo que sueña. Es un hombre de cierta edad y la lectura obsesiva y reiterada de libros de caballerías le ha secado el cerebro. De pronto, siente una llamada a la acción. Entiende que su sitio está en los caminos, así que sale al mundo, se hace armar caballero y adopta el nombre de Don Quijote de la Mancha. Se hace con los servicios del labrador Sancho Panza, al que convierte en su escudero, y la novela se ensancha, o se multiplica, y la realidad dialoga con la invención, la locura con la cordura, y el idealismo con el interés. El libro gozó de un éxito inmediato en España y no tardó en ser traducido, entero o troceado, al inglés y al francés. Concebida como sátira de los libros de caballerías, la obra conocerá con el correr de los siglos nuevas lecturas que trascienden la idea inicial y convierten el objeto humorístico en una historia trágica y, al fin, en un asunto metafísico.
Novelas Ejemplares / 1613
Novela del casamiento engañoso. La gitanilla. El amante liberal. Riconete y Cortadillo. Licenciado Vidriera. La fuerza de la sangre. El celoso extremeño. La ilustre fregona. La de los perros Cipón y Berganza. Novela de la señora Cornelia. Novela de las doncellas.
En este fresco de historias cabe el mundo entero, la sociedad toda, y cabe también toda la lengua española, por boca de pícaros, rústicos, estudiantes, soldados y damas principales. Hasta los perros hablan en cierta ocasión. Aunque el libro se publicó en 1613, se sabe que algunas de estas narraciones fueron escritas unos años antes, cuando alboreaba el siglo. Son once novelas, pero hay una, El casamiento engañoso, que contiene la que podríamos llamar duodécima, conocida como El coloquio de los perros. Ya en el prólogo, Cervantes manifiesta su vocación de entretener a la vez que proporciona «algún ejemplo provechoso» y, ciertamente, hay en todas ellas una competición moral en la que el bien resulta siempre vencedor del mal.
Viaje del Parnaso / 1614
Al principio estuvo la poesía, y luego fue todo lo demás, incluidos los desengaños. Aunque es un libro tardío, o tal vez por eso, resulta imprescindible para entender al joven poeta que fue, y también al hombre. La realidad, o el enésimo fiasco de un poeta que esperaba algo más, se filtra en este poema narrativo escrito en tercetos, en el que el propio Cervantes protagoniza un viaje hasta el monte del Parnaso, después de atravesar España y surcar el Mediterráneo. No ha pasado mucho tiempo desde que Cervantes se postulara, sin éxito, para acompañar a su mecenas el Conde de Lemos en su nuevo destino como virrey de Nápoles. El poeta Lupercio Leonardo de Argensola, organizador de la comitiva, cerró las puertas al de Alcalá y lo despertó así del sueño de vivir, al trasluz de Italia, una segunda juventud. En el poema, en la ficción, antes y después de presentarse ante Apolo, el autor hace desfilar a infinidad de poetas, maltrata a muchos de ellos –lo cual incluye a Argensola y a su hermano– y, sobre todo, dice muchas cosas muy interesantes sobre su propia obra y su propia vida. Evoca con nostalgia sus días italianos, en los que nació a una sensibilidad nueva, se reivindica como «raro inventor» y entabla conversación sincera con la poesía: «la gracia que no quiso darme el cielo».
Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados / 1615
Comedias: El gallardo español. Los baños de Argel. La gran sultana doña Catalina de Oviedo. La casa de los celos. El laberinto de amor. La entretenida. El rufián dichoso. Pedro de Urdemales. Entremeses: El juez de los divorcios. El rufián viudo llamado Trampagos. La elección de los alcaldes Daganzo. La guarda cuidadosa. El vizcaíno fingido. El retablo de las maravillas. La cueva de Salamanca. El viejo celoso.
En 1615 el final se presagiaba cercano y Cervantes, espoleado por la posibilidad de sacar algún dinero nuevo a un oficio viejo, como era el de escritor de comedias, se decidió a reunir su producción teatral más reciente en este volumen. El título mismo destila ironía. Son obras nunca representadas por la sencillísima razón de que Cervantes no ha encontrado empresario –entonces se los llamaba autores– que las quiera llevar a escena. En el conjunto de lo reunido, refulgen los entremeses, pequeños cuadros de costumbres donde la trama importa menos que la viveza, el ingenio apretado y el acierto en la presentación de los personajes.
Don Quijote de la Mancha, segunda parte / 1615
Antes de abonar el terreno donde la novela moderna echaría sus raíces, Cervantes conoció muchos infortunios, algunos desengaños y, también, el sobresalto de una mixtificación. Debemos reconocer al Quijote apócrifo de Avellaneda (1614) el mérito, en realidad inestimable, de haber precipitado la conclusión de la segunda parte del Quijote, que Cervantes tenía algo abandonada por entonces. Pero el engaño y el aprovechamiento económico no ofenden tanto a Cervantes como las invectivas y las pullas. El falsario, escondido tras un seudónimo y nunca descubierto, se permite bromear con las heridas de Lepanto que Cervantes tiene por timbre de su gloria. El caso es que esta segunda parte apócrifa acabará convertida en materia novelable y será, igual que la primera y verdadera, pieza indispensable dentro del mecanismo de la ficción. Tras un paréntesis de cordura selectiva de Don Quijote, vuelve al mundo junto a su escudero Sancho. Ahora son dos raras celebridades, personajes de novela dentro de la propia novela. En el curso de sus nuevas aventuras, que los llevarán por Aragón hasta Barcelona, y luego de vuelta a su aldea, los protagonistas profundizan en su propia identidad –son, cada vez más, ellos mismos–, y la historia se eleva, en alas de asuntos como la amistad, la justicia o la libertad.
Los trabajos de Persiles y Sigismunda, historia septentrional / 1617, obra póstuma
El lector contemporáneo, cuya idea de la novela debe tanto a Cervantes, encontrará dificultades para reconocerse en esta obra de raigambre bizantina, escrita a la manera del griego Heliodoro y publicada un año después de la muerte de su autor. Cuenta la peregrinación a Roma de dos amantes, Persiles y Sigismunda, que viajan desde tierras remotas –historia septentrional, dice el subtitulo– embozados en nombres falsos, Periandro y Auristela. Se harán pasar por hermanos y eso dificultará la peripecia y añadirá el factor de la castidad. En la trama, complicadísima, hay calamidades, prisiones, reconocimientos y naufragios, azar y malicia. Algunos consideran que Cervantes se ha desentendido por completo de la verosimilitud, lo que resta credibilidad y eficacia al conjunto, y otros sostienen que más bien apura las vías de lo posible extraordinario –establece una relación con la verosimilitud inaprensible para el lector moderno–, en un canto de cisne que es también un esfuerzo de gigante.
Poesía
En todas partes y a todas horas, Cervantes fue también poeta. Cultivó la poesía en los años de oro de su juventud madrileña –nos quedan, por ejemplo, los versos que escribió en 1568 a la muerte de Isabel de Valois– y nunca la abandonó. Toda su producción está entreverada del «arte dulce de la agradable poesía», incluso sus emocionados y reveladores prólogos. El Cervantes poeta fue juzgado con aspereza por sus contemporáneos, y su trascendencia como novelista ha hecho que la historia lo contemple con idéntica severidad. Pero, en cualquier caso, y sobre muchas otras cosas, Cervantes fue poeta en prosa y la prosa fue, a menudo, el mejor medio de que dispuso para dar cauce a la belleza y la verdad poética.
Curiosidades
Nuestro escritor más universal, Miguel de Cervantes, nos regaló “El Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” - uno de los libros más traducidos y editados de la historia- en enero de 1605. Vamos a conocer algunas de sus anécdotas más curiosas.
- Este billete de 1 peseta fue de curso legal y editado el 19 de noviembre de 1951, donde se representaba y se reconocía la importancia de "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha".
- La primera edición del libro iba a imprimirse en una tirada inicial de tan solo 500 ejemplares. Finalmente fueron entre 1.200 y 1.500. Aunque es difícil de estimar,a día de hoy se cree que se han vendido unos 400 millones de libros en todo el mundo.
- El primer ejemplar de El Quijote en inglés fue vendido en una subasta en Sotheby´s en 1980. En 1989 se vendió por 1.5 millones de dólares.
- El Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha tiene un total de 381.104 palabras y su primera edición contenía varios gazapos y una tipografía bastante mediocre.
- La frase “Ladran, Sancho, señal que cabalgamos” no pertenece al Quijote, pero sí la de “Nunca segundas partes fueron buenas”.
- A pesar de que siempre se le ha retratado como tal, Cervantes nunca describió a Sancho Panza como una persona obesa.
- En el siglo S.XVII los escritores vendían la licencia de impresión de su obra -en este caso a Francisco de Robles- perdiendo no solo el control sobre el texto sino los beneficios económicos de su venta. Teniendo en cuenta que El Quijote se convirtió rápidamente en un éxito de ventas, más llamativa resulta esta antigua forma de proceder.
- “En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme...” Esta famosa frase con la que empieza el libro, existe en la realidad. Según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid, e integrado por más de 20 expertos en Geografía, Historia, Filología, Sociología, Matemáticas y Ciencias de la Información, el lugar al que se refiere Cervantes es Villanueva de los Infantes, una localidad de Ciudad Real, capital del Campo de Montiel y no Argamasilla de Alba, como se creía desde el siglo XVIII.
- El Quijote es el libro más traducido de la historia de la lengua española. Ha sido traducido a más de 50 idiomas, únicamente superado por La Biblia.
- La Biblioteca Nacional de España posee uno de los pocos ejemplares de la primera edición de El Quijote. Se conserva en buen estado y gracias a la digitalización, mediante El Quijote interactivo, cualquiera puede acceder a las 1.282 páginas de la primera edición de las dos partes de esta obra inmortal.
¿Te apetece jugar con Cervantes y con su ingenio?
(Al final de este pequeño test encontrarás las respuestas acertadas)
- Número 1
¿Cuál de estas frases NO es de Cervantes?
a.-) "El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho".
b.-) "El ánimo que piensa en lo que puede temer, empieza a temer lo que puede pensar".
c.-) "Sé breve en tu razonamientos, que ninguno hay gustoso si es largo".
- Número 2
"Novelas ejemplares", "El coloquio de los perros", "La Galatea", "Pedro de Urdemalas" o "El casamiento engañoso" son todas obras de Cervantes.
a.-) Verdadero
b.-) Falso
- Número 3
“En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme...” La zona a la que se refiere este inicio de El Quijote existe en la realidad. ¿Qué municipio es?
a.-) "Argamasilla de Alba"
b.-) "Villanueva de los Infantes"
c.-) "Fresnadilla de la Oliva"
- Número 4
Existe sólo un retrato auténtico de Miguel de Cervantes
a.-) Verdadero
b.-) Falso
- Número 5
¿Cómo perdió la movilidad de su brazo izquierdo Cervantes?
a.-) "En la batalla de Lepanto"
b.-) "En la cárcel"
c.-) "Al ser capturado y hecho esclavo por piratas bárbaros en Argel"
- Número 6
¿Es cierto que Shakespeare y Cervantes murieron el mismo día?
a.- ) Sí
b.- ) No
- Número 7
Cervantes fue varias veces a la cárcel por malversación de fondos de la Iglesia
a.- ) Verdadero
b.- ) Falso
- Número 8
¿Dónde se encuentran los restos/la tumba de Cervantes?
a.-) En la capilla de la Virgen de la Soledad de la Iglesia Parroquial de San Andrés Apóstol
b.-) En la Iglesia de San Ildefonso del convento de las Trinitarias
c.-) En la Ermita de San Antonio de la Florida
Número 1: b.-)
“El ánimo que piensa en lo que puede temer, empieza a temer en lo que puede pensar”. Esta conocida cita es de Francisco de Quevedo, no de Miguel de Cervantes. Otras famosas frases de este genio español de la literatura son: “El hacer bien a villanos es echar agua en la mar” o “El que no sabe gozar de la ventura cuando le viene, no debe quejarse si se pasa”.
Número 2: a.-)
Verdadero. Este “Príncipe de los Ingenios” escribió tanto novela como teatro o poesía, siendo La Numancia (1582) su primera obra. Entre las comedias de teatro destacan El laberinto de amor o El rufián dichoso y en poesía Al túmulo del rey Felipe II en Sevilla, por ejemplo.
Número 3: b.-)
Según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid (España), e integrado por más de 20 expertos en diversas materias, lugar al que se refiere Cervantes es Villanueva de los Infantes, una localidad de Ciudad Real, capital del Campo de Montiel y no Argamasilla de Alba, como se creía desde el siglo XVIII.
Número 4: b.-)
Falso. Aunque Cervantes fue retratado en su época por el pintor Juan de Jáuregui, ninguno de los retratos que se conservan tras su fallecimiento es auténtico. La única descripción que hace además alusión al famoso retrato de Jáuregui aparece en las “Novelas ejemplares” donde el propio autor habla sobre ello. Por lo tanto, su aspecto físico sigue siendo un misterio.
Número 5: a.-)
La batalla de Lepanto que tuvo lugar el 7 de octubre de 1571 contó con la participación del soldado Miguel de Cervantes, con tan mala fortuna que este resultó herido y perdió la movilidad de su mano izquierda, motivo por el se conoce como el “manco de Lepanto”. El escritor siempre evidenció un gran orgullo por haber participado en esta contienda durante la guerra.
Número 6: b.-)
Cada año, puntualmente, el 23 de abril se celebra el Día del Libro en conmemoración de la muerte de William Shakespeare y Miguel de Cervantes en 1616. Sin embargo, ambos fallecimientos no sucedieron el mismo día. Cervantes murió el murió el 22 de abril y Shakespeare el 23. La salvedad se encuentra en que en Gran Bretaña se utilizaba el calendario juliano y en España ya se había adoptado el gregoriano. Sea como fuere, el 23 de abril, fue nombrado oficialmente Día Internacional del Libro por la Unesco en 1995.
Número 7: a.-)
Verdadero. Este genio de la literatura universal pasaba por apuros económicos, por lo que en su función de cobrador de impuestos de la Iglesia, se dedicaba a quedarse con parte del cobro de estos impuestos, causa que le empujaría a pasar breves períodos en prisión (en la cárcel de Sevilla). El lado bueno de este hecho es que, durante estas estancias carcelarias, en 1597, comenzaría a escribir su obra clave: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Número 8: b.-)
Tras su muerte, el escritor fue enterrado en una tumba sin lápida ni nombre, por lo que su ubicación era desconocida, hasta ahora. Afortunadamente, en 2015, un grupo de científicos afirmó haber encontrado sus restos y también los de su esposa, Catalina de Salazar, en el subsuelo de la cripta del convento de las Trinitarias de Madrid. Tras confirmar los restos sin discrepancia alguna, apenas unos meses después, se erigió un monumento en su honor.
¿Has acertado muchas? ¿Todas? ¿Ninguna? ¿Algunas?... Bueno, siempre hay tiempo de aprender y corregir nuestros errores, ¿no crees?
* Fuentes:
http://400cervantes.es/
http://www.muyinteresante.es/cultura/arte-cultura/articulo/curiosidades-sobre-el-quijote-661459343111
http://www.muyhistoria.es/tests/test/cuanto-sabes-sobre-cervantes
¡Hasta pronto, cómplice!
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